1910, la cuestión social y la lucha de las mujeres

Hablar de la cuestión social es abordar un conjunto de cuestiones que tienen que ver con la situación real, es decir las condiciones de vida, las acciones y las ideas de un sector de la población que se ha incorporado a la producción en el período de desarrollo del sistema capitalista.

Desde fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la cuestión social fue abordada desde distintas perspectivas, las de los socialistas, la iglesia católica, las sociedades de beneficencia, los médicos higienistas y la del gobierno. Unos, preocupados por la salud de los niños, la maternidad, las condiciones de trabajo y la educación, tenían como enemigo a las patronales, otros a los socialistas y anarquistas; así sucedió con la iglesia católica.

La dupla mujeres y menores condensaba los roles asignados y asumidos por la mayoría de la sociedad acerca de la misión de las mujeres, la maternidad y las tareas domésticas. La inserción laboral de ésta fue tema de preocupación para las fuerzas políticas y de Iglesia católica.

En el Anuario Socialista 1909, encontramos la opinión de Carlos Kautsky:

"Es imposible prohibir a las mujeres el trabajo industrial porque ya no es dado restablecer la familia tal como antiguamente estaba constituida.

Con el trabajo de la mujer ocurre lo propio que con la máquina: no cabe prohibir ese trabajo; si se le deja libre arruina a la clase obrera, aniquila y en vez de crear las condiciones a la clase obrera favorables a su victoria y de conducirla a una mejor vida social, destruye la vida presente (…) y la mujer obrera necesita una protección más eficaz que la otorgada al hombre. (…) Más al presente la igualdad absoluta no existe y por regla general, las mujeres carecen de medios de defensa lo cual las hace más dignas de protección que a los hombres, entendiéndose por protección el empleo de aquellos medios que contribuyen a realizar la fuerza de independencia de las mujeres y a hacerlas independientes.

Por fin haremos notar que a pesar de todas las declaraciones de las feministas es una locura pretender la perfecta igualdad de la mujer con el hombre. No son iguales porque pertenecen a sexos diferentes por su capacidad y por sus funciones físicas. Y no hay quien dude de que la mujer como madre (la mujer, en cinta, la mujer que amamanta a sus hijos) necesite de una protección mayor que la que puede otorgarse al hombre.

Desde este punto de vista es justo que los obreros den extraordinaria importancia a leyes que limitan el trabajo de la mujer, que tratan de obtener leyes cada vez más equitativas y es justo también que se pida la prohibición de los penosos o peligrosos impuestos a las mujeres como por ejemplo los trabajos en que es necesario el uso de cierto venenos, el manejo de máquinas, etc."

También estaba en discusión en menor medida, el lugar de la mujer, su sometimiento. Así podemos leer a María Caminos quien firma una nota en La Vanguardia del 25 de junio de 1909, titulada Por la mujer, reflexiona sobre la esclavitud en que está sumida la mujer: "esta perenne esclavitud nos ha marcado con el estigma de una aparente inferioridad intelectual y digo "aparente" porque no es efecto de la naturaleza sino de las costumbres que ejercen una influencia casi tan poderosa como la naturaleza misma".
 
  • Artículo íntegro

Por Ester Kandel
Fuente: Argenpress/ Rebelión

La Ciudad de las Diosas

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