Mujeres Indígenas del Perú. Construyendo un sueño


El 25 de noviembre, un día en que millones de voces en el mundo se levantan para decir No a la violencia hacia las mujeres, en el Perú nacía una nueva organización de mujeres indígenas que integra una gran diversidad de representantes de pueblos y organizaciones indígenas.

El primer Congreso de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas, organizado por Chirapaq, el Enlace Continental de Mujeres Indígenas y el Taller Permanente de Mujeres Indígenas Andinas y amazónicas, es el epílogo de un largo proceso que se inició el año 1995 luego de la Conferencia Mundial de Mujeres precisamente para impulsar que las mujeres indígenas peruanas contaran con mayor formación e información para participar en sus organizaciones y en los diferentes espacios a nivel local, nacional e internacional. Catorce años después, mujeres indígenas que han participado en la formación del Taller Permanente, muchas de las cuales iniciaban en esas épocas su caminar en la militancia organizativa, se lanzan no sin temores, pero si con mucha ilusión y esperanza a esta nueva travesía. En el camino ellas han crecido, se han fortalecido, derramado algunas lágrimas, sorteado olas cuando los conflictos, la desazón, el cansancio o las temporales ausencias de perspectivas amenazaban con sobrepasarlas y romperles las esperanzas. En el camino también algunas han abandonado el sueño o han sido arrancadas por la muerte en las intransitables carreteras en localidades rurales o por enfermedades curables, dejándonos un poco más solas.

Como nos suele pasar a las mujeres, pese a las dificultades que han tenido que enfrentar, ellas han dado este paso con mucho esfuerzo, pero sobre todo con una firme voluntad de hacer camino, de luchar contra las inequidades y la discriminación que sufren, con la aspiración de que sus propuestas y perspectivas desde su identidad indígena sean tomadas en cuenta y sobre todo con el deseo de no ser nunca más invisibles y protagonizar sus propios destinos.

Y es que pese a los avances que se han dado en relación al reconocimiento de los derechos de las mujeres y de los pueblos indígenas, las mujeres indígenas siguen siendo las más pobres, las más discriminadas, las más afectadas por la carencia de servicios de salud adecuados, por los desastres, por el cambio climático, las que menos oportunidades tienen en la educación, las que menos posibilidades tienen de participar en las contiendas políticas, las que sufren diferentes formas de violencia tanto al exterior de sus comunidades como en muchas ocasiones en el interior de sus familias.

Mujeres quechuas de diferentes departamentos del país, asháninkas, yaneshas, awajún, aymaras, chayawitas, ashaninkas, cocamillas, shipibas y de otros pueblos amazónicos y representantes de las diversas organizaciones de pueblos indígenas nacionales como CONAP, AIDESEP, CONACAMI y de organizaciones regionales como la Federación Departamental de Clubes de Madres y Mujeres de Ayacucho, la Federación de Rondas Campesinas Femeninas del Norte del Perú, entre otras, se congregaron en este encuentro, unidas en el sueño común de hacer juntas un nuevo camino que las hermane más y que las hermane con otras mujeres y hombres del país entero. "Unidas, así andinas y amazónicas, todas juntas," decía Isabel Choque, quechua de Puno, que lideraba la organización de mujeres del sur andino, una de las lideresas que ya no está y que seguramente desde algún lugar ve realizado por fin su sueño.

Gladis Vila Pihue, lideresa quechua de Huancavelica elegida presidenta de la naciente organización, señala que entre los objetivos que persiguen están lograr representación política en los diferentes espacios a nivel nacional, regional y local, que más mujeres indígenas sean congresistas, alcaldesas, regidoras, consejeras regionales, que se den políticas públicas incluyentes y que se visibilicen sus propuestas. La joven presidenta no es una recién llegada en los procesos organizativos de los pueblos indígenas. Ella desde muy pequeña ha participado en su comunidad y en organizaciones luchando por sus derechos como pueblo y como mujeres. Ella denota en su hablar una firmeza nutrida seguramente de la Pachamama y tiene la convicción serena de quien se sabe ciudadana con derechos, dispuesta a construir camino. No está sola en este empeño, con ella avanzan Melania Canales, Clelia Rivero, Clotilde Villanueva, Raquel Caicat, Margarita Soto, Angela Chislla, Nely Mejía, Bilda Tovar, Tarcila Rivera, Nely Marcos y muchas otras mujeres indígenas que apuestan por la construcción de un país más justo en el que los diferentes pueblos y culturas tengan representación y donde las mujeres no sean más discriminadas por su género o por su origen.

La nueva organización de mujeres indígenas constituye un reto, no sólo para quienes la han hecho posible, sino para el propio movimiento indígena y para las diversas organizaciones e instituciones de la sociedad civil y del Estado, pues resulta una interpelación al accionar de cada una para aportar a que las mujeres indígenas organizadas logren sus objetivos y que los discursos de igualdad se realicen en prácticas concretas.

Este transitar del discurso a la práctica también es un llamado a las organizaciones de mujeres no indígenas y a todas las personas que de una u otra forma sientan y crean que la presencia y representación de las mujeres indígenas es fundamental para la democracia.

En ese sentido, este llamado a las mujeres no indígenas nos impele a desarrollar las bases y profundizar en la sororidad, como la define Marcela Lagarde:

"Es un pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una. Está basado en el principio de la equivalencia humana, igual valor entre todas las personas porque si tu valor es disminuido por efecto de género, también es disminuido el género en sí. Al jerarquizar u obstaculizar a alguien, perdemos todas y todos. En ocasiones, la lógica patriarcal nos impide ver esto." (1)

Otro aporte de la sororidad, continúa Lagarde, "es dar a conocer las aportaciones de las mujeres para construir la valoración no sólo de la condición humana sino de sus hechos". Y aquí es necesario reconocer la labor de quienes han venido acompañando y sosteniendo en buena medida el proceso que han venido desarrollando las mujeres indígenas que forman parte del Taller Permanente. Las han apoyado sus familias, sus esposos, las compañeras y los compañeros de sus propias organizaciones, diferentes agencias de cooperación y organizaciones de mujeres a nivel internacional. Un acápite especial lo merece Chirapaq y especialmente Tarcila Rivera, quien gracias a su trabajo de abrir camino sobre todo en el frente internacional, aportó a que muchas de ellas participen y lleven las propuestas y demandas de las mujeres indígenas peruanas en foros mundiales donde se discute la problemática de los pueblos indígenas o situaciones que los afectan, y donde las mujeres indígenas se contaban con los dedos de las manos.

Por ello indignan comentarios como el que se colocó en la pagina de Servindi, en una interesante entrevista que le hicieron a Gladis Vila, acusando directamente a Tarcila Rivera de que sería la más beneficiada con esta organización, comentario escrito por alguien que seguramente desconoce el proceso que han realizado las mujeres y que resulta en una especie de degradación de su accionar al colocarlas como simples marionetas fácilmente manipulables. "La clave está en que nos respetemos, algo difícil porque no estamos educadas en el respeto a las mujeres," señala Lagarde. Ello implica procesar las diferencias y los conflictos de manera abierta, buscando sumar y no restar, construir juntas, procurando que las diversas visiones del mundo, las distintas experiencias de cada una constituyan ladrillos para la edificación de la organización y el empoderamiento de las mujeres y no se transformen en obstáculos insalvables en el largo camino que aún tienen que recorrer las mujeres indígenas. Es nuestro deseo que la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú, que nace con el esfuerzo de tantas lideresas, se fortalezca, que se mantengan unidas, mezcladitas como el trigo y la quinua, como decía Mama Tránsito (2), y logren los objetivos que se han propuesto. Que la Pachamama y el espíritu de los ríos y de los bosques iluminen el camino que Gladis, Bilda, Nely, Beatriz, Angela,Tania y Dalila, quienes forman parte del primer Consejo Directivo de la organización, han emprendido.


Notas:

(1) Lagarde Marcela (2009): La política feminista de la sororidad, SinGENEROdeDUDAS.com, http://singenerodedudas.com/tirnamban/1154/la-politica-feminista-de-la-sororidad
(2) Lideresa indígena ecuatoriana

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