Carta a Clara Campoamor en el 80 aniversario del voto


Madrid, 16 mar. 11. AmecoPress/E-Mujeres.

Clara querida:

Supe de ti siendo muy niña. En plena represión franquista, mi padre descubría para mí los valores democráticos. Destacados políticos, escritores comprometidos y poetas desaparecidos o exiliados desfilaban ante mí llenos de pasión y coraje.

Así fue como apenas atisbé a conocer a toda una generación que se nos hurtó y cuyo vacío aún es visible en nuestra cultura democrática. Me emocionaba con el relato de la proclamación de la II República, aquella explosión de alegría de todo un pueblo. O escuchaba con devoción cómo se formaron aquellas Cortes Constituyentes donde tú, y únicamente tú, brillabas con luz propia consiguiendo para nosotras, las mujeres, el derecho al voto. Yo sentía un íntimo estremecimiento de gratitud ante el apoyo del Partido Socialista al reconocimiento del voto femenino. No le tembló la voz al diputado Cordero ni a quienes siguieron sus directrices. Siempre me ha parecido extraordinario contemplar esa situación en que la lealtad a los principios cobra vida. Y así fue como te convertí en mi heroína, dentro de aquel mundo luminoso y ancho de libertad y justicia que mi padre dibujaba para mí, frente a la sordidez en la que vivíamos en nuestro país.

Mucho después, en los últimos años 70 del pasado siglo y ya militando en el Movimiento Feminista, volví a encontrarme contigo y supe el alto precio que te hicieron pagar por aquella hermosa hazaña, protagonizada con tanto acierto en la propuesta y en el largo debate dialéctico. Tu profunda preparación intelectual, tu inteligencia y agilidad en el contraataque se habían puesto de manifiesto. Sí, querida Clara, fue una hazaña. No sólo se trató de uno de los avances democráticos más importantes de la República, si no el más importante. Pero, además, y después de experimentar el rechazo hacia nuestra lucha por la igualdad entre mujeres y varones, realmente parece impensable que 80 años antes, una sola diputada, de entre las dos que habían conseguido escaño, se atreviera a defender el derecho de ciudadanía de las mujeres con las únicas herramientas de la lógica y la razón. Y, sobre todo consiguiera que aquella empresa terminara con éxito.

Fuente: AmecoPress


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